huidas de emergencia
Lo dejé por quedarse siempre el lado izquierdo de la cama. A los anteriores fui rechazándolos poco a poco. A uno por sesear cuando recitaba a Gil de Biedma, a otro por leer a Gala cuando yo devoraba Palahniuk.
Nunca necesité grandes motivos, pero eso no quiere decir nada.
Los que vinieron después tampoco se salvaron: nunca perdoné que me llevaran a la playa de madrugada, ni que me dejaran girasoles por las escaleras y mucho menos que guardaran semillas de colores en tarros de cristal.
Pero él fue el único me retrajo hasta la saciedad mi fobia al amor. Y yo lo dejé porque guardaba las uñas en una cajita de hojalata roja. Nunca necesité grandes motivos. Pero eso... eso no quiere decir nada (¿no?).
Nunca necesité grandes motivos, pero eso no quiere decir nada.
Los que vinieron después tampoco se salvaron: nunca perdoné que me llevaran a la playa de madrugada, ni que me dejaran girasoles por las escaleras y mucho menos que guardaran semillas de colores en tarros de cristal.
Pero él fue el único me retrajo hasta la saciedad mi fobia al amor. Y yo lo dejé porque guardaba las uñas en una cajita de hojalata roja. Nunca necesité grandes motivos. Pero eso... eso no quiere decir nada (¿no?).
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Bo Peep -